Desde la versión impresa – Sucedió en el Perú

Aunque el recuerdo resulta cada vez más lejano, es bueno evocar las épocas en que en el país se ensamblaban vehículos.

 

Para las nuevas generaciones puede resultar insólito saber que en el Perú se ensamblaron vehículos alguna vez, tanto comerciales como ligeros. A mediados del siglo XX, aparecieron diversas marcas dispuestas a articular sus unidades en nuestro país. Esto fue posible porque por aquella época se buscó acelerar el proceso de industrialización en América Latina.

«En el caso de los autos, se cerraron las importaciones y se pusieron fábricas encargadas de ensamblar las unidades con una cuota de materia prima producida en el Perú; esta llegó a ser del 35%», señala Edwin Derteano, presidente de la Asociación Automotriz del Perú (AAP).

 

Grandes marcas

A partir de los años sesenta, muchas marcas tuvieron que verse obligadas a instalar una planta en el país para poder comercializar sus modelos, debido a que los ensamblados en territorio nacional contaban con beneficios tributarios y otros incentivos.

«Esto se hizo para que la industria automotriz sea una fuente de trabajo. Entre las firmas afincadas en el país se encontraban General Motors, Peugeot, British Leyland (Austin, Land Rover y Mini) y Ford», agrega el experto.

 

Solo producto nacional

La llegada del régimen militar trajo consigo cambios significativos en la incipiente industria automotriz nacional. «Debido al Pacto Andino, que recién se había firmado, se realizaron licitaciones donde el ganador produciría de forma exclusiva un modelo para cada categoría. Así, el Volkswagen Escarabajo fue el elegido entre los de menos cilindrada, Datsun se impuso entre los de motores de 1.600 cc, Toyota Corona entre los de 2.000 cc y Dodge el ganador entre las unidades grandes», indica el mandamás de la AAP.

Esta última marca también se impuso entre los camiones ligeros, mientras que Volvo entre los de mayor tonelaje.

 

 

Varios países vecinos fabrican vehículos actualmente

México, Brasil y Colombia cuentan con plantas donde se producen modelos de diversas marcas europeas, norteamericanas, japonesas y coreanas.

 

Durante los años noventa y con el fin de la mayoría de regímenes militares en América Latina, el mercado nuevamente se abrió a las importaciones; la gran mayoría de unidades comercializadas provinieron de Europa, Estados Unidos, Japón y Corea. A pesar de esto, existieron algunas excepciones: países como Brasil y México continuaron y consolidaron la industria automotriz creada en sus respectivos territorios.

«El caso de México es muy particular porque la gran mayoría de unidades manufacturadas en aquel lugar están destinadas para venderse a un precio cómodo en los Estados Unidos, que es, como sabemos, un mercado altamente desarrollado y exigente; por ello, sus unidades cumplen buenos estándares de calidad», afirma Edwin Derteano, presidente de la Asociación Automotriz del Perú (AAP).

 

En tierras cariocas

Por su parte, la industria brasileña se inició como lo hicieron muchas, con incentivos tributarios de parte del gobierno para que sirva como fuente de trabajo y de ingresos económicos para el país. «Para las marcas, este mercado es importante por su gran tamaño y crecimiento económico. Por eso, poco a poco fueron mejorando los productos y diseñando unidades que se adaptaran a las necesidades de este mercado gigante», indica el especialista.

 

De regreso

En los últimos años, algunas marcas han vuelto a fabricar automóviles en algunos países latinos como Colombia. Derteano cree que para que estas se mantengan en el futuro deben ser eficientes y ofrecer productos de buena calidad. «No se trata solamente de que las unidades se vendan porque cuentan con beneficios tributarios», finalizó.