En Europa, Nissan tiene una versión escala de un lavavajillas que puede alojar a un vehículo de tamaño normal, para someterlo a miles de litros de agua en todos los ángulos.
Este proceso va acompañado de una minuciosa inspección, conocida como test del monzón, para asegurar la calidad del sellado. Se realiza varias veces durante el desarrollo de ingeniería de todos los autos de Nissan.
Para empezar, se arrojan 24 000 litros de agua sobre el vehículo. Durante el intervalo más impresionante, se precipitan más de 1000 litros en solo 15 minutos, el equivalente a un metro de lluvia.
Los ingenieros de Nissan se encargan de programar el sellado del vehículo con chorros de agua, especialmente diseñados para operar a presiones extremas de 150 bar (unidad de presión).
“Otro miembro del equipo permanece dentro del vehículo con un endoscopio de alta definición para observar dentro de los paneles, buscando hasta la más fina gota de agua que pueda penetrar”, dijo Carl Sandy, uno de los ingenieros.
¿Desperdicio de agua?
Durante todo el proceso, el test del monzón y el del lavavajillas emplean hasta 30 000 litros de agua. Esto equivale a más de 2000 veces la cantidad que utiliza un lavavajillas de uso doméstico.
Sin embargo, para evitar despilfarros, ni una gota va al desagüe. El agua usada en una prueba pasa a un depósito gigante, donde es preparada para rociar al próximo vehículo que ingrese a la cámara.
“Un test riguroso es importante porque no todos los mercados son iguales. Por ejemplo, en Rusia, los chorros limpiadores de las instalaciones de lavado actúan con una presión superior para hacer frente a la suciedad de las carreteras y pistas de la zona”, agregó Carl.
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— NeoAuto (@NeoAutocom) 22 de agosto de 2016
