caja

Tras conocer las características y funcionamiento del embrague, mencionamos también la manera en que el movimiento del pedal se transmite a la horquilla. Señalamos, además, que el cable que se emplea para ello debe reajustarse periódicamente (esto se debe al desgaste del disco y la tensión generada por el uso). De ahí que sea más habitual el empleo de los denominados cables autorregulables: estos regulan su posición conforme se desgasta el disco (con ello el cable mantiene la tensión correcta).

Asimismo, son varias las marcas de autos que recurren a un mando hidráulico con el fin de multiplicar la fuerza aplicada sobre el pedal (el resultado es un accionamiento más suave y cómodo). Sin embargo, este sistema es más costoso y su reparación es más compleja. De ahí que su empleo se restrinja a los modelos de gama alta y media, así como a los vehículos comerciales y pesados.

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Sobre el correcto uso de la palanca de cambios también podemos señalar que así como hay buenas prácticas de manejo, existen malas costumbres que se deben eliminar.

Así, por ejemplo, tomar la palanca de cambios muy abajo y con todos los dedos genera un movimiento demasiado rígido, lo que nos resta el control sobre este elemento. Aun peor es coger la varilla en lugar del pomo.

Tomar la palanca con los dedos abiertos reduce el apoyo y la presión necesarios, lo que puede llevar a enganchar la marcha equivocada. De igual forma, el tomar la palanca demasiado arriba limita nuestra capacidad de maniobra. Otra mala costumbre es conducir con la mano sobre la palanca de cambios (una presión innecesaria, aunque sutil, fuerza los sincronizadores de la caja y los desgasta).

Acople y desacople

Parte esencial del sistema de transmisión es el embrague. Este componente se encuentra entre el motor y la caja de cambios. Su función es transmitir o interrumpir el movimiento del motor hacia la caja, es decir, se encarga de acoplar y desacoplar ambos elementos. De esta manera, acopla de forma progresiva el motor a la caja de cambios para poner en marcha el vehículo y, cuando este ya se encuentra en movimiento, desacopla la caja del motor para que el cambio de marcha se efectúe sin dañar los engranajes.

Todo este sistema se da accionando también el pedal de embrague. Cuando se presiona a fondo el pedal, la caja y el motor se desacoplan por completo. Al no estar accionado el pedal, el giro del motor se transmite totalmente a la caja.

El disco

La mayoría de embragues son secos (en los vehículos de calle), es decir, trabajan sin aceite, y están formados por tres piezas: plato de embrague, disco de embrague y collarín.

El disco se encuentra entre la volante del motor (el elemento del motor que transmite el movimiento) y el plato de embrague. Sin presión sobre el pedal de embrague, el disco va comprimido entre el plato y la volante. Al pisar (o embragar) el pedal se acciona una horquilla: esto genera el desacople entre el disco y el plato de embrague (el disco permanece solidario a la volante). Al desembragar, es decir, al soltar el pedal, el disco se acopla de nuevo al plato.

Parar transmitir el movimiento del pedal a la horquilla se recurre, por lo general, a un cable que atraviesa parte del cofre del motor (dicho cable debe reajustarse cada cierto tiempo).

En esta ocasión continuamos con algunos aspectos generales de la caja de cambios mecánica. Décadas atrás, los automóviles tenían las marchas en el timón, hasta que en los sesenta los modelos deportivos empezaron a difundir la moda de la palanca de cambios en el piso (así fue como esta configuración pasó a ser el estándar de toda la industria automotriz). Otro aspecto que fue variando con el paso de los años es el número de marchas, que inicialmente empezó en tres, mientras que hoy en día es habitual hallar modelos con transmisiones mecánicas de seis marchas.

Regulando la marcha

Para desplazar el automóvil, el conductor debe regular la potencia del motor en función a las diversas necesidades de manejo y de la ruta. Por ejemplo, al iniciar la marcha se requiere una fuerza que supere la inercia del vehículo, mientras que ya en movimiento, las resistencias son mucho menores (entre ellas las generadas por el aire y la fricción de los neumáticos con la pista).

De igual forma, las exigencias son distintas al recorrer una ruta sinuosa que una autopista recta. De ahí la necesidad de controlar y graduar el torque y la potencia del motor que son trasladados a los neumáticos. Por ello la caja de cambios tiene marchas cortas de mucho torque para iniciar el movimiento del vehículo y cambios largos de más potencia para ir a velocidad.

Modo de uso

El conjunto de elementos que transmite la posición seleccionada desde la palanca a la caja está integrado por la palanca de cambios y su varillaje. Dichos elementos se dañan ante un uso deficiente por parte del conductor. La palanca de cambios debe ser tratada con suavidad y marcando la posición de neutro para facilitar la labor de los sincronizadores (elementos que suavizan el acople entre cambio y cambio) de encajar correctamente.

Por ello, al momento de realizar los cambios debe cubrirse el pomo de la palanca con la mano y luego moverla a primera usando solo la palma de la mano. Para la segunda marcha se usan simplemente los dedos, de nuevo la palma para la tercera, los dedos para la cuarta y así sucesivamente.

En la actualidad, la mayoría de transmisiones mecánicas cambian de marchas con facilidad, siempre que se guíe la palanca con suavidad. Dar tirones a la palanca para ir de un cambio a otro afecta la vida útil de la transmisión e incluso puede dañarla permanentemente.

Tras describir las características de las cajas automáticas y su modo de funcionamiento, ahora pasamos a enumerar algunos aspectos acerca de su mantenimiento básico. Así, por ejemplo, uno de los elementos esenciales de la caja automática es el fluido hidráulico (o ATF por las siglas en inglés de Automatic Transmission Fluid), también conocido como aceite de caja.

Este fluido es el que determina la capacidad de la caja para transmitir potencia. Por ello es importante verificar su nivel, en promedio, una vez al año y proceder a cambiarlo cada 30 mil kilómetros. Aun más, si bien de fábrica se señala que no es necesaria su sustitución, dicha práctica es recomendable dado que la humedad y suciedad del ambiente pueden ingresar por los orificios de desfogue.

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Dado el mayor uso de las cajas de cambio automáticas en vehículos de diversas gamas, es bueno manejar algunos conceptos sobre el cuidado y el mantenimiento de este elemento. Así, hoy en día su uso ya no se limita a los vehículos de segmento alto, sino que es habitual también en modelos que se ubican sobre la línea de US$ 20 mil. De igual manera, en el rango entre los US$ 12 mil y 15 mil se ofrece como opción. Ya que se trata de un tipo de transmisión siempre confortable, y cada vez más sofisticado, eficiente y rápido, se acerca a convertirse en el estándar de la industria automotriz mundial.

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