Mercado

Inducción forzada

publicado por neoauto agosto 9, 2010 0 comentarios

En los autos modernos, un elemento cada vez más habitual es el turbocompresor. Su uso se ha extendido ante la tendencia de fabricar vehículos con motores de baja cilindrada, pero apoyados en un turbo para suplir el déficit de potencia.

 

En primer lugar, se habla de sobrealimentación del motor, también identificada como alimentación forzada, cuando se hace ingresar a los cilindros un volumen de mezcla aire-combustible mayor al que puede acceder de manera natural. Esta característica permite incrementar la presión en la cámara de combustión y con ello elevar la potencia del motor.

En un inicio, la sobrealimentación estaba reservaba a los autos deportivos y los vehículos orientados a labores industriales o de alta exigencia. Hoy en día, esta práctica difundida casi en su totalidad en los motores diésel (apoyados en su mayoría con sistemas common rail), también ha empezado a aplicarse en los motores a gasolina, sobre todo en los vinculados a la tecnología denominada «downsizing».

Dicha concepción se enfoca en hacer uso de motores de baja cilindrada, pero sobrealimentados para alcanzar una potencia equivalente a la de motores de dimensiones, peso y desplazamiento mayores. Así, junto con las ventajas de usar un motor más pequeño, se añade el hecho de que consumen y contaminan menos.

 

 

Más potencia

Existen dos formas de sobrealimentar un motor, una es por medio del compresor y la otra con un turbo. La más difundida en Europa y América Latina (incluido el Perú) es la segunda. En cuanto al turbo, o también llamado turbocompresor, se trata de una turbina y un compresor unidos por un mismo eje y encerrados en una carcasa metálica.

La turbina se ubica en un extremo, en la corriente de los gases de escape. La idea es que el flujo fuerce el giro de las paletas de la turbina a altas revoluciones. Dicho movimiento se traslada al compresor (ubicado en el otro extremo), el cual se activa, aspira aire fresco y presiona aire precomprimido en los cilindros.

Con ello se incrementa la potencia, pero también se beneficia el rendimiento del motor, sea a gasolina o diésel, sobre todo en el caso del último. Esto se debe a que los motores a gasolina requieren, al tener más aire en la cámara, un mayor volumen de combustible (debido a la proporción aire-combustible). En el caso de los motores diésel, el tener más aire en la cámara no implica necesariamente una mayor cantidad de combustible inyectado.

 

También te puede interesar

Deja un Comentario